Juan March nació en el seno de una familia de comerciantes mallorquines y terminó convertido en uno de los hombres más ricos del mundo, con casas en Madrid y en Palma, múltiples propiedades y residencia legal en Ginebra.
Tras ser procesado por prevaricación en tiempos de la República, y pasar diez y siete años en prisión, puso su fortuna a disposición de los sublevados. Aunque después de la guerra mantuvo su residencia legal en Suiza, March se acomodó dentro del Régimen poniendo en marcha la Fundación Juan March.